Of the well-known writers who wrote in Spanish near the end
of the last century, Roberto Bolaño is unique in that he put the pursuit
of writing above everything else; it is one reason why The Savage Detectives
is the last great novel written in Spanish in the 20th Century.
A life filled to excess with cigarettes and alcohol brought
Bolaño within sight of an early death; he knew he hadn't been good father and
he wanted to make up for this failing by assuring his children a future, paid
for by his writing. There lies the great flaw in the foundations of 2666:
he put his children above literature, when a great artist puts his art above
everything, even his own life. Bolaño understood this clearly, and even in this
failed work we find echoes of this commitment in a minor character, a painter
who gives own hand to be part of a painting. I'm certain that if Bolaño
had been alive when his family and the Anagrama publishing house decided
to go ahead with the release of 2666, he would not have permitted it.
The other great failing of this novel proceeds from the
Bolaño's ignorance of the way people live in the Mexican cities along the
northern border, and his ignorance as well of life in the United States,
especially among African-Americans: his character Quincy Williams, constructed
out of stereotypes, fails to convince. The scene that rings most false comes on
the day of the death of the Quincy's mother. He has to make a journey of
several hours to arrive at his mother's house, in which he finds a 15-year-old
girl sitting by the corpse, which a neighbor has already dressed and made up to
look nice. Anyone who lives here knows that just wouldn't happen in the United
States. It is not overstating the case to say that Bolaño knew nothing of life
in an African-American community. The reader doesn't even notice that Quincy is
Black until the narrator mentions it. Such blatant weaknesses make it
inexplicable that 2666 won the National Book Critics Circle Award in
2008.
Nonetheless, this prize created such a stir that the Goodman
Theater felt the need to put the novel on stage. Well, sometimes a bad novel
can be made into an excellent movie; perhaps the same thing could happen in the
theatre, I thought.
The stage play (in English, of course) manages, in its first
part, a frivolous humor, which didn't surprise me because I myself felt in this
part of the novel that I was reading a work translated into Spanish! Some
readers may give Bolaño a pass here, given that the four main characters are
literary critics of different nationalities. I won't do so because I have read
stories by Jorge Luis Borges where the hero is American, German or Irish and it
never felt that I was reading a translation; I felt and still feel that I was
reading Borges. (One excellent example: El atroz redentor Lazarus Morell (The
Cruel Redeemer Lazarus Morell).
The second part of the the stage play starts off with what
seems like an homage to Gregory Nava (Mi Familia, Selena), due to
the cuteness that fills the theatre like perfume when Amalfitano appears with
his daughter or his wife; the play then morphs into an homage to Robert
Rodriguez (El mariachi, Desperado) in the scenes that take place
in the dive bars of Santa Teresa. In these locales the play devolves into
vulgarity, the sensational and into anti-Mexican sentiments. There's a
character who argues that the Mexican race has been improved by mixing with the
European, and before long there's been a reference to how great President Fox
was - a serious chronological inconsistency, considering that his presidency
began in the current millennium, and the last events of the novel take place in
1999.
In the section of the play that treats the crimes and the
femicides in the fictional town of Santa Teresa (based upon the actual Ciudad
Juarez), two more lamentable characteristics are added to the mix: obscenity
and misogyny, thanks to an infinity of jokes in bad taste… Add to that the
endless list describing the deaths of hundreds of murdered women. One
feels the same tedium in the novel; you must have a lot of faith in Bolaño to
keep reading.
From here it's a short step to the conclusion that all
Mexican men are rapists who are only looking for a opportunity to get involved
in crime. I couldn't help but suspect that every Anglo-American carries a
Donald Trump inside and I felt something like fear when I witnessed the
audience rise for a standing ovation.
The final part of the play, like the book, revolves around
the life of the central character: the mysterious German writer Benno von
Achimboldi. This is the best part of both the novel and the stage play, but it
never rises above mediocrity: it never manages to become art.
This anti-Mexican attitude is rooted deeply in the collective
unconscious of United States, in both liberals and conservatives, and manifests
in surprising ways in daily life. The stage play 2666 at the
Goodman is a striking example of this.
2666 en el Goodman:
vulgar, misógina y anti-mexicana
Febronio Zatarain
Roberto Bolaño es, de los narradores conocidos de habla
hispana de fines del siglo XX, el único
que puso su actividad literaria por encima de todo. Por eso no hay duda
de que Los detectives salvajes es la
última gran novela escrita en español en el siglo pasado.
El exceso del cigarrillo y del alcohol
llevaron a Bolaño a ver la cercanía de la muerte; sabía que no había sido un
padre ejemplar, y quiso compensar esa carencia asegurándoles a sus hijos un
futuro, valiéndose de la escritura. He ahí la gran falla en los cimientos de 2666: puso a sus hijos por encima de la
literatura, cuando todo gran artista pone su arte por encima de todo, hasta de
su propia vida. Eso lo tenía claro Bolaño, e incluso en este trabajo fallido
encontramos ecos de esta convicción en el pintor que se cercena una mano para
volverla parte de uno de sus cuadros. Estoy seguro que si Bolaño hubiese estado
vivo cuando su familia y la editorial Anagrama decidieron su publicación, no la
hubiese permitido.
Otra de las grandes fallas de la novela es la
ignorancia que tenía Bolaño sobre la vida en las ciudades fronterizas mexicanas
así como de las culturas estadounidenses, en particular la afroamericana; por
eso el personaje Quincy Williams, armado más que todo a partir de estereotipos,
no convence. La escena más inverosímil sucede el día de la muerte de la madre
de Quincy; él tiene que hacer un viaje de varias horas para llegar a la casa de
su madre, en ésta se encuentra a una jovencita de quince años acompañando al
cadáver ya vestido y arreglado por una vecina. Cualquier estadounidense sabe
que un hecho así es imposible que se dé en los Estados Unidos.
No está demás señalar que para nada se siente
la atmósfera de un barrio afroamericano. El lector no nota que Quincy es de
raza negra hasta que el narrador lo dice.
Por eso es inexplicable el Premio del Círculo de Críticos Nacional del
Libro de Estados Unidos otorgado en 2008 a 2666.
Este premio ha causado tanto revuelo que
llevó al Teatro Goodman a ponerla en escena. A veces de una mala novela, pensé,
se ha hecho una excelente película; tal vez lo mismo suceda en el teatro.
La obra, en su primera parte, se maneja en un
humor frívolo; aspecto que no me sorprendió porque yo mismo al leer este
apartado de la novela sentí que leía una obra traducida al español; muchos
pueden hacer una salvedad porque los cuatro personajes son críticos literarios
de diferentes nacionalidades e idiomas;
yo no la hago porque he leído cuentos de Jorge Luis Borges donde el
protagonista es estadounidense, alemán o irlandés y jamás sentí que estuviese
leyendo una traducción, sentía y siento que leo a Borges. Un excelente ejemplo:
El atroz redentor Lazarus Morell.
En la segunda parte de la obra de teatro,
pareciera en primer lugar un homenaje a Gregory Nava (Mi Familia, Selena) por
esa cursilería que la obra emana cuando aparece Amalfitano con su hija o con su
esposa; y en segundo lugar a Robert Rodríguez (El mariachi, Desperado)
en las escenas que suceden en los antros de Santa Teresa. Es en estos antros
donde la obra cae en lo vulgar, en lo sexista, en lo sensacionalista y en lo
anti-mexicano. Hay un personaje que discursa sobre cómo se ha ido mejorando la
raza mexicana mezclándose con la blanca, y antes ya se había hecho referencia a
lo alto que era el presidente Fox; esta referencia es una grave inconsistencia
cronológica porque su periodo presidencial inicia con el actual milenio, y el
último suceso de la novela se da en 1999.
En la parte de los crímenes, de los
feminicidios, se agregan dos características más: la obscenidad y la misoginia;
esto gracias a una infinidad de chistes de mal gusto, Además hay que agregar un
enlistado descriptivo muy tedioso de un centenar de asesinadas. Este tedio
también se siente en la novela; hay que tenerle mucha fe a Bolaño para seguir
leyéndola.
Hasta aquí uno llega a la conclusión de que
todos los hombres mexicanos son violadores, que sólo están buscando la
oportunidad para involucrarse en el crimen. Inevitablemente sospeché que cada
estadounidense trae un Donald Trump adentro, y sentí algo de temor cuando
presencié la ovación de pie del público.
La última parte de la obra como del libro
giran en torno a la vida del personaje central de esta obra: el escritor
misterioso alemán Benno von Archimboldi. Este apartado es el mejorcito tanto en
la novela como en la obra de teatro, pero no rebasan la mediocridad: no llegan
a ser arte.
Esta actitud contra lo mexicano está muy
arraigada en el inconsciente colectivo estadounidense, y se manifiesta lo mismo
en conservadores y liberales de manera sorpresiva en la vida diaria. La obra de
teatro 2666 en el Goodman es una
prueba fehaciente de esta afirmación.
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